21 may 2009

De la Ruta Cuale... pintura mural sobre soporte ceramico.



3.-LA RUTA DE LA SAL.
Contracorriente del arroyo, la sal iba al encuentro de la plata. Por albo ayuntamiento, en “ires” y “venires” de blancura, se fue hilvanado un pueblo.
Las riberas de ríos y arroyos fueron, en tiempos prehispánicos, vías de comunicación entre pueblos y regiones. El río Cuale no pudo ser ajeno a tal circunstancia. Es muy probable que los asentamientos humanos aborígenes de la costa se encontraran con los de la sierra por dicha vía, para realizar intercambio de productos: sal por puntas de obsidiana, cueros de caimán y caracolas por cerámica, etc. En el siglo de la fundación de Las Peñas, el río Cuale fue guía y compañero de arrieros y de recuas durante los traslados de la sal y de la plata, y de envíos de ultramarinos a la sierra. El río Cuale, pues, tiene su cuota de derecho de autor del lejano, en el tiempo, Rancho de Las Peñas.

Manuel Gómez Encarnación.
Cronista de la ciudad de Puerto Vallarta, Jal., México.

ART-BOLARIO













Un colectivo de buena madera
Artbolario, una curaduría de María José Zorrilla en torno a la obra de cinco artistas vallartenses agrupados en el Colectivo La Malagua, se presentará en Arte AC

Artbolario es la historia de un colectivo y de la madurez de quienes lo integran, pero también es la historia de sus estímulos visuales y la huella dactilar de los
imaginarios que vienen arrastrando. Sobre todo, Artbolario es la denuncia de un mundo que se va perdiendo sin que nadie alce la voz, o mejor, alzándola de forma tan
cotidiana que se vuelve también parte del entorno, sin eco de protesta.
La curaduría de María José Zorrilla Alcalá que reúne la obra de cinco artistas
residentes de Puerto Vallarta y agrupados en el Colectivo La Malagua, se presentará
a partir del próximo 12 de marzo en la galería regiomontana Arte AC.
La Malagua fue integrada en 1999. Entonces se trataba de artistas muy jóvenes, todos
radicados en Puerto Vallarta, que se decidieron a conformarse como un grupo estudiando el grabado como técnica. María José Zorrilla era la responsable de la Cultura en el municipio, una pieza importante en el desarrollo de las artes plásticas en ese destino turístico.


Colectivo La Malagua

La exhibición, que gira en torno al árbol como elemento de integración, señala en su
conjunto la pasividad de una sociedad que ve perder a los testigos de su historia y sólo se manifiesta como lo hace un feligrés con sus dogmas, sin tomar acción. En lo individual cada artista demuestra cuánto ha madurado desde la conformación de La Malagua y expone su propio discurso.

La Tellografía como sello distintivo de la obra de Pedro Tello es en esta
ocasión además la mejor vía para demostrar que el desarrollo puede
compartir espacios con el medio ambiente y que las obsesiones personales pueden no ser tan destructivas como las de una masa.

La fotografía de Yésika Félix, por ejemplo, retrata el paso del tiempo en la piel de madera de sus árboles. La historia escrita de puño y letra en su corteza, la historia física en las quemaduras y la edad que se manifiesta en cada anillo de sus troncos. La estética interior de sus paisajes.

Ireri Topete trabaja con capas de colores que reflejan sin duda la memoria de un entorno en el que creció. Las raíces, presentes en su obra más temprana, hoy encuentran una estética propia, libre de influencias y, sin embargo, siguen representando el origen de su propio follaje.

La repetición en la obra de Fernando Sánchez Aceves captura la falsedad del “espíritu ecológico” que ha permeado las instituciones comerciales. La incorporación de la madera y los materiales que le roban la vida como parte de las piezas hace patente su protesta.

En el trabajo de Sergio Martínez se encuentra la madurez de quien se aleja de un terruño que le aportó una iconografía y regresa a donde las raíces lo conectan con
su historia. En resumen, Artbolario no es sólo un discurso colectivo, presentado por la mirada de Zorrilla como testigo presencial del desarrollo artístico en Puerto
Vallarta, sino la suma de estéticas unipersonales y, sobre todo, la huella de una
historia compartida.
Rafael Torres Meyer.